Elección Presidencial ¿Decidir o Legitimar?.

La última vez que una gran mayoría de ciudadanos chilenos se levantó para ir a votar fue para el plebiscito del 88, después de eso la participación de la sociedad chilena en las sucesivas elecciones ha venido cayendo hasta llegar al 60% de abstención en las pasadas municipales.
Las razones de esto pueden ser variadas sin embargo, en lo central, la principal causa sigue siendo que la mañana del miércoles 5 de Octubre del 88, pocas cosas eran más importantes que ir a votar (más del 97% de los inscritos fueron a votar), había algo que decidir, una simple linea y un dedo en tinta contaban para acabar con una dictadura o continuar (para unos pocos) con los privilegios concedidos por un modelo económico y político impuesto a sangre.
Ganó la opción que pretendía acabar con la dictadura o, al menos, eso creímos (algunos por poco tiempo lo creímos), al menos eso testifican los libros de historia y las notas periodísticas.
De ahí en más no vamos a votar para decir nada, ya todo está decidido, sólo vamos a repetir un ritual vacío que legitima lo que unos pocos han decidido y cualquier cosa resulta más importante que levantarse a hacer una fila para trazar una línea, doblar un papelito y mancharse el dedo.

No acabamos con la dictadura, la consolidamos, le sacamos la cara perversa y los lentes oscuros de Pinochet para ponerle la sonrisa forzada y eterna del señor Aylwin, la seriedad de Frei, el rigor de Lagos, la falda de Bachelet, el marketing de Piñera.
Más de 20 años hemos tardado en darnos cuenta de que Alianza y Concertación son lo mismo. Ambos administran un Estado-Nación, un régimen presidencial, un modelo económico Neoliberal, una sociedad de la competencia y el individualismo, ambos piensan lo mismo, creen lo mismo, ambicionan lo mismo y ya no sienten nada, ambos pretenden perpetuarse en el poder amparados en una Constitución trucha, ilégitima, inmoral, ilegal (Chile tiene un Estado ilegal). Ambos están al servicio de capitales extranjeros y están financiados por ellos, ambos tienen vínculos con las AFP, con los Bancos privados, con las Universidades privadas. Las diferencias, si las hay, son cosméticas.

Nos entregamos por más de 20 años a la promesa de "la alegría ya viene" y pensamos que la iban a construir unos pocos pero para todos. ¿Quien iba a creer que los mismos que fueron perseguidos por el fascismo abrazarían y consolidarían los ideales de la dictadura?...pero lo hicieron, lo hacen y pretenden seguir haciéndolo. La Concertación no es más que un grupo de Burócratas cobardes y traidores que han vendido hasta la memoria, que han trabajado de la mano con los mismos que antes los torturaron o mataron a sus padres (el caso de Bachelet es vergonzosamente emblemático). Se dedicaron a administrar la nostalgia, el miedo, a decirnos que había que avanzar en la medida de posible y transformaron todo derecho en una utopía peligrosa que podía traer de vuelta a los Militares. Pero los niños ya crecieron y no se tragan el cuento del viejo del saco, si no se "portan bien". 
Para que la alegría llegue, es necesario exorcizar el miedo.
Fuimos engañados, nos dejamos engañar, por miedo much@s, por ignorancia otr@s, por apitutad@s un@s poc@s y por desidia, la mayoría. 

Pero algo ha estado cambiando lentamente en estos 40 años de Dictadura; los abusos sistemáticos y transversales, los bajos sueldos, las casas anegadas, el agobio de las deudas, las redes sociales, reconocer en el otro una realidad común, darse cuenta de que no sólo a mi no me alcanza para vivir, no sólo mi pensión es miserable, no sólo yo fui estafado por la Polar, Jumbo, Banco Estado, etc., no tan sólo mi hij@ está sin pega y endeudad@, no sólo yo y mi vecina llevamos años esperando por una operación en el hospital, sino millones de nosotros, mientras ellos publican, vociferan y aplauden sus cifras macroeconómicas, rindiendo culto ateo a un Dios inmisericorde y todopoderoso, el PIB.

En este escenario se acerca una nueva elección presidencial y los actores y actrices del duopolio Alianza-Concertación, aprenden de memoria los slogans, las sonrisas, las promesas, los "ahora si". Se toman fotos y debaten frente a las cámaras, con gran seriedad, si la Ministra le dijo o no Conchesumadre al timonel del PS o si el diputado debe o no ofrecer disculpas por tratar de idiota a su excelencia.
Así, la política se confunde con la farándula y los temas realmente importantes quedan en el mismo silencio que estratégicamente habita Bachelet y resulta entonces que comprar un detergente o un presidente se decide por "razones" similares; lo atractivo del jingle, los colores del cartel, la efectividad del impacto visual o cuantas veces aparece el nombre del producto...perdón, del candidato o candidata.

Entremedio de todo esto y empujado por la realidad que no logra maquillar ni TVN ni CDF, que no logra disimular ni el Mercurio ni La Tercera (por citar a algunos) ha emergido un candidato de la gente, involucrado en la construcción y análisis para un país más racional, más justo. Por lo pronto y hasta donde podamos empujarlo (porque Marcel no es más que la punta de una lanza), al menos para instalar una asamblea constituyente, que sea la base para una carta fundamental inédita en Chile, un país hasta ahora controlado por comerciantes.

No creo que nadie pueda representar a nadie y precisamente porque Marcel Claude no pretende representarme sino abrir espacio para que nuestra voz sea escuchada y atendida, es que tras varias ausencias electorales esta vez, voy a  levantarme a votar. Ya no sólo para escribir un nuevo artículo o preparar un libro, sino también para marcar una opción en estas elecciones, por mi, por ti, por tod@s mis compañer@s.
En estas elecciones presidenciales se juega algo muy importante, sabremos si hemos despertado l@s suficientes para remecer a un país y decidir, de verdad, acabar con la dictadura, o dormiremos todavía 4 años más, legitimando el saqueo de nuestra dignidad, de nuestros derechos, de nuestro trabajo, de nuestras riquezas.



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