Conflicto con los Mapuches

Los Mapuches son uno de los pocos pueblos originarios que, a pesar de los cientos de años en los que tanto los Españoles como el Estado Chileno han intentado eliminarlos, aún permanecen luchando por preservar su cultura.
Es difícil resolver el conflicto porque éste posee diversas aristas. Comencemos por dejar en claro cual es la verdadera política del Estado Chileno contra el pueblo Mapuche.

Durante todo el periodo colonial entre los Chilenos y los Mapuches la relación que había era una relación entre dos Estados. A través de numerosos parlamentos entre la corona española y los Loncos mapuches, Chile reconoce la autonomía y jurisdicción (entre el Bio-Bio y el Tolten) del pueblo mapuche. Alrededor de 1860, después de la Guerra contra la confederación Perú-Boliviana, el Estado chileno comienza a invadir el territorio mapuche con la pretensión de integrar esas tierras al patrimonio chileno. Desde ese momento en adelante con la llamada “Guerra de Pacificación”, la política del Estado chileno ha sido la de desconocer la independencia y autonomía de la nación Mapuche.

A estas alturas de la historia resulta evidente que no todos los Mapuches desean volver a ser una nación con un “Estado” independiente al chileno, aunque algunos si lo desean así, por lo tanto, si los mismo mapuches no están totalmente coordinados en sus demandas, resulta muy difícil para el Estado chileno resolver un problema que arrastramos desde siempre. 

El conflicto con los Mapuches es una guerra que no ha terminado, es una guerra que comenzaron los Españoles y que continuaron nuestros antepasados mestizos. En ningún caso es una guerra iniciada por los Mapuches, somos nosotros los “winkas” los que los hemos intentado eliminar, los que les hemos quitado sus tierras, los que hemos intentado barrer con su cultura, pero el pueblo Mapuche es un pueblo tan potente, tan valiente, tan aguerrido, que no ha podido se barrido como han sido barridos otros pueblos, otras culturas y, en lugar de intentar eliminarlos, debiéramos sentirnos orgullosos de portar sangre araucana y hacerlos parte de Chile, somos nosotros los que ganamos más con ello y debemos buscar la forma de que ellos también ganen.

Arauco está incendiado y hay una serie de demandas, todas ellas legitimas a mi entender, desde los que reclaman y luchan por independencia, hasta los que alegan el simple reconocimiento del pueblo originario y respeto a sus tradiciones, pero no todas las demandas son posibles de satisfacer.
Como digo, la verdad es que para muchos chilenos y mapuches lo que se está viviendo en la Araucanía es una verdadera guerra, pero se está desarrollando de la única manera en que se puede desarrollar una guerra no declarada oficialmente; con huelgas de hambre, tomas, quemas y barricadas de parte de los mapuches, y represión policial, militar, judicial y cultural, de parte del Estado.

Pienso que hay tres formas de resolver este conflicto pero una sola de ellas es viable, inteligente y acorde a los tiempos que estamos viviendo. La primera (absurda e inviable), es la de declararles abiertamente la guerra a los Mapuches y terminar de eliminarlos como pueblo (muchos serian felices apoyando esta “idea”) que es lo que abiertamente se intentó hacer alguna vez y es lo que hipócrita y tímidamente se intenta hacer ahora tachándolos de “Terroristas” y aplicándoles una ley militar que no se le ha aplicado a ningún otro grupo social en Chile, encima, si los Mapuches fueran Terroristas, serían la primera organización terroristas que sólo cuenta bajas, que no infunde terror y que es tratada como tal aún cuando en todos los informes que entregaban los gobiernos de la Concertación, se negaba la presencia de terroristas en Chile.

La segunda alternativa es la de devolverles todas las tierras desde el Bio-Bio al Tolten y reconocerlos como un Estado aparte, lo que también me parece imposible e inviable.

La tercera y única que me parece plausible, es la de entregarles tierras a los mapuches, hacer una lista pública con esas entregas de tierra para que no vuelvan a reclamar tierras ya concedidas e integrar la cultura mapuche a la riqueza de Chile, reconociendo y enseñando su lengua en los colegios, su cosmovisión y sus costumbres, apoyarlos en la búsqueda de su propio modelo de desarrollo y no imponiéndoles nuestro modelo de desarrollo que, por lo demás, es bastante criticable.

Hay algunos que quieren reconocerlos como pueblo originario, pero no necesariamente devolverles o concederles tierras para que cultiven y vivan en ellas, promoviendo la idea de que se puede ser mapuche, sin tierra, lo que es un absurdo desde el origen mismo incluso de la palabra mapuche (gente de la tierra) y lo que representa en el fondo la ambición egoísta de un grupo de “personas” que ven en los demás únicamente, consumidores, deudores y mano de obra barata, nunca, jamás propietarios, emprendedores, sujetos culturales, personas libres, promotores de cambios sociales. Los Mapuches hoy, son todo eso junto, por tanto una amenaza para un grupo de “personas” que hoy más que nunca en Chile controlan casi todos los poderes e instituciones.

Comentarios

  1. Peludo problema este. Me encantó el artículo.Super fundamentado.
    Lo que le ha hecho el estado chileno al pueblo Mapuche ha convertido este problema en un zapato chino. Es mas o menos lo mismo que ha pasado en otros paises donde no se reconoce a los pueblos originarios.
    Comparto plenamente la visión de las ventajas de integrar a la cultura mapuche o mas bien de integrarnos nosotros a su cultura.
    Es uno de los pocos pueblos originarios que mantiene su cultura de manera fresca. De una cosmovisión potente.
    ellos esperan: Saben que en algún momento la mano se les dará.

    Yo espero poder penetrar más su cultura para reconocerme en ella.

    Gracias Gabriel por tan buen arículo

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